Si hay un color que caracterice al verano es el azul. La frescura que transmite este color, los recuerdos al mar, al cielo estival, las connotaciones ibicencas…todo esto hace que sea el preferido también en la decoración de nuestro hogar, en estas fechas.
Tanto para la cocina como para el baño, y combinándolo con blanco, convierten las estancias de nuestra casa en pequeños reductos marineros en los que nos apetece pasar gran parte del tiempo que dedicamos a estar en casa. Elegante y sobrio, es perfecto para combinar estilos clásicos y modernos.
Se pueden hacer múltiples combinaciones sin tener que ceñirse al azulejo azul y blanco de siempre.
El suelo veraniego puede ser también un suelo porcelánico imitando a madera en un color azul clarito, consiguiendo así frescura y calidez, al mismo tiempo.
Para las paredes es conveniente que exista una predominancia del blanco sobre el azul, si queremos conseguir más luz y sensación de amplitud en el espacio.
También se puede pintar parte de las paredes, esto le da un toque moderno y juvenil. Pintar, por ejemplo, una pared a rayas y el resto con azulejos.
La decoración complementaria puede ser, en el caso del baño, con toallas de los mismos colores, cestas de mimbre naturales o pintadas de blanco o azul para guardar cosas, jaboneras en los mismos colores y cortinas de ducha en las mismas gamas.
Para la cocina, seguiremos la misma línea de decoración a la hora de elegir los trapos, la vajilla, las cortinas o los cestos de fruta.
Tanto para el baño como para la cocina queda muy bien incluir elementos marinos como son barcos, flotadores, cuadrinos con escenas portuarias o marineras…
En cualquier caso, lo importante es guardar las proporciones y no recargar mucho las estancias.