Los hogares de las personas a menudo son el fruto de muchísimas variables dentro de sus vidas. Dependen de situación laboral, de su renta, de la ubicación en dónde vivan y el precio de la vivienda que conlleve o de si están equipadas para unas necesidades u otras. El largo proceso de confinamiento al que la población española se ha enfrentado ha sacado a relucir algunas lecciones. Por ello, las casas después del COVID-19 pueden presentar transformaciones que antes la gente percibía como innecesarias o poco funcionales. Ahora se aprecia mucho más el sentido de optimizar el espacio del que cada uno disponga.

Más funcionalidad

Definitivamente, la percepción de que un espacio de la casa sirve para un solo objetivo o acción ha desaparecido. Durante esta dura etapa hemos aprendido a que nuestra casa está destinada a ser el lugar en el que podemos desarrollar multitud de actividades durante las 24 horas del día. Por ello, el mobiliario de este futuro próximo contemplará varias funciones al mismo tiempo. En este sentido, especial mención cobrarán elementos como mesas retráctiles o camas desmontables que puedan convivir con los espacios de teletrabajo de nuestro cuarto.

Disposiciones abiertas

¿Habéis notado la vida que gana un hogar con zonas abiertas o interconectadas entre ellas? Por ejemplo, la cocina con respecto al salón. En las casas después del COVID-19, la integración de las estancias por medio del diseño de interiores también va a hacerse fuerte en este sentido. Todo ello, unido a la necesidad imperiosa de aprovechar la luz natural y la ventilación de una manera mucho más estricta.

En definitiva, las casas después del COVID-19 van a cambiar. Y mucho. En multitud de casos, dejarán de ser hogares para convertirse en viviendas, oficinas y centros de reuniones al mismo tiempo. Cierto es que esta pandemia ha trastocado las bases de todo, pero también ha hecho replantearnos ciertas prioridades y una de ellas es cómo establecer bien los espacios en los que vivimos.